domingo, 18 de enero de 2009

TÁPEME LA BOCA, DOCTOR

Uno de cada cuatro personas en Europa sufre al menos un episodio importante de enfermedad mental a lo largo de su vida. Se calcula que, en la Unión Europea más de 18 millones de personas con edades comprendidas entre los 18 y los 65 años padecen cada año una depresión importante. Estos datos sirven de ejemplo de que no sólo las bombas matan a las personas, muchas se matan a sí mismas.

Días pasados el Diario El País publicaba una noticia bajo un titular impactante: “Los fármacos ganan a la psicoterapia. El psicoanálisis pierde terreno frente a las pastillas”. Como si de una competición se tratase, situaban frente a frente farmacología y psicoanálisis. El gran perdedor, queda claro, es el paciente. Si de algo nos debe servir este artículo es para reflexionar. Es patente que el uso de los psicofármacos va en estrepitoso aumento, y lo digo de esta forma porque si fuesen la solución a las enfermedades psíquicas no estaríamos aquí hablando de esto. Según datos del Ministerio de Sanidad, en 2007 se recetaron en España 41.203.879 envases de ansiolíticos y 23.990.412 de antidepresivos. Píldoras para combatir el estrés, la ansiedad o los trastornos del sueño circulan de mano en mano, prescritas por el médico cuando no recomendadas por algún conocido. ¿Alguien da más?

Motivo de este aumento, no nos engañemos, no es el avance en la investigación médica y una consecuente mejora en la calidad de vida, son los intereses de las grandes compañías farmacéuticas y la impotencia o falta de financiación de los Estados en los Servicios de Salud Mental. Es cierto que poco a poco los psicólogos van llegando a los servicios de salud pública, que cada vez hay más conciencia de la incidencia de las enfermedades psíquicas, sin embargo, día a día, los médicos de cabecera siguen recetando ansiolíticos y antidepresivos a los pacientes que abarrotan, cada día, sus consultas. Ser derivado a salud mental casi debe suplicarse y esperar el día de la cita, casi un suplicio. Está claro que si de salud mental se trata o estamos todos para el arrastre o hay que ventilárselas por cuenta propia.

Si es caro o no el tratamiento psicoanalítico, como decía el citado artículo de El País, pienso que es una forma más de insultar al Psicoanálisis. Parece que diversos estamentos (Médicos, Psicológicos, Periodísticos…) están empeñados en ocultar los beneficios del psicoanálisis en la vida de las personas, y mucho cuidado, no sólo de los enfermos (ansiosos, deprimidos, enfermos psicosomáticos, fóbicos, impotentes…) También habría que incluir a jueces, políticos, empresarios, profesores, padres y madres, profesionales sanitarios, que pasan por el diván del psicoanalista y que no son capaces de admitir públicamente lo que le reporta la experiencia.

Mejor tapar la boca a las personas que sufren con pastillas, así durante tres o cuatro meses no volverán a aparecer por la consulta o bien irán de médico en médico pidiendo auxilio. Mejor pagar las bajas laborales de miles de personas que no pueden acudir cada día a su puesto de trabajo porque no están en condiciones, con el coste que ello supone para todo Estado y para toda empresa. Mejor engordar las arcas de las grandes empresas farmacéuticas que ocultan los peligros que muchos de sus fármacos ocasionan en los pacientes. Mejor quedarse en casa, sin hacer nada, quejándose, porque ir al psicoanalista en este país, al parecer, no está bien visto.

Helena Trujillo Luque

Psicoanalista Grupo Cero

Psicóloga Col. Gr-3641

htpsicoanalisis@ya.com

2 comentarios:

Leandro Briscioli dijo...

Te mando un saludo Helena, ahora estamos tambien en Blogger.
Leandro

Magdalena Salamanca dijo...

Hola Helena, muy interesante el artículo, te felicito.