miércoles, 28 de enero de 2009

Una salida a la crisis

Ya tenemos otra salida a la crisis. Si estamos en recesión económica, si no hay trabajo, si cada vez vienen menos clientes, si no podemos pagar la hipoteca, si nuestra pareja ya no nos quiere, si nuestros hijos pasan de nosotros, si Zapatero no nos gusta como presidente, si Rajoy no nos da confianza, si nuestra mamá ya no nos llama, si el vecino se compró el coche que te gustaba, ... Si te pasa algo de esto, si no sabes qué hacer, si no te quedan esperanzas, puedes hacer como ese padre de familia americano que ha acabado con su vida y la de su familia porque no sabía cómo hacer frente a sus problemas.

No es el primer caso de estas características, de cuando en cuando nos llegan noticias tan lamentables como esta. Es una solución, o al menos esto pensó este hombre, ya nada se puede hacer por él. Cuántas veces yo misma pensé que el suicidio sería la única solución para dejar de sufrir. Así no habría más problemas de dinero, de trabajo, de pareja, así no habría que soportar ningún desplante, ni derramar una lágrima más. Cuántas veces usted lo habrá pensado también. Parece que esta idea es muy común, lo que no debe serlo es llevarla a la práctica.

Muchas veces llegamos a ella como consecuencia de alguna insatisfacción o dificultad, y dígame si esto no es frecuente en nuestras vidas. Es cierto que hay muchas alegrías, pero alguna pena que otra también hay. ¿Por qué le damos tanto protagonismo a las insatisfacciones y dificultades? ¿Por qué no nos damos cuenta que después de la tormenta llega la calma? Es muy triste, y perdonen que haya empezado hoy invitándoles al suicidio, es muy triste, digo, que una persona llegue a quitarse la vida, incluso que se la quite a otras personas, porque no sabe cómo salir de una situación, porque se encuentra solo, porque no tiene ayuda o no sabe o no quiere pedirla. Cuántas veces esa tendencia que todos tenemos a PODER SOLOS nos lleva a graves consecuencias.

Sí, yo también he llorado, pero he reído muchísimas veces. Sé que volveré a llorar, pero estoy segura de que también volveré a reír. Lo que quiero decirle es que si hoy hay crisis, si nos van las cosas un poco mal o no tan bien como antes, ¿por qué no reconocemos que llegarán tiempos mejores? ¿Por qué no pedimos ayuda si la necesitamos? ¿Por qué ser protagonista por tu muerte y no por tu vida? Está claro que no podemos salvar a todo el mundo, ni asegurar que a todos nos vaya a ir bien, ni que vayamos a ser felices y comamos perdices, pero si estamos aquí, en este mundo, no les parece que podríamos hacer algo para salir adelante.

Si nos tendemos la mano los unos a los otros, si aprendemos a aceptar la ayuda y el trabajo de otras personas, si pensamos que hoy me ayudan a mí y mañana yo podré ayudar a otros, haremos posible un hoy y un mañana. La vida, créanme, siempre es mucho mejor que la muerte. Prueben a leer un buen poema, a echar un buen polvo, a ver una película, a ganar una buena suma de dinero, a conocer a una mujer o a un hombre interesante, a tener un buen amigo o a tumbarse en el diván de un psicoanalista y dejarse llevar. Créanme, siempre es mejor vivir aunque uno se equivoque, que morir y que el mundo siga sin ti. Porque, hay que saberlo, el mundo sigue girando y girando. Yo prefiero estar en él, cuanto más tiempo y con más intensidad, mejor. No estoy sola. ¿Y usted, quiere acompañarme?

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