Ramón y Paqui cuentan su testimonio para que otras parejas en su situación puedan poner soluciones a sus problemas de pareja.
Paqui yo acudimos a terapia porque nuestro hijo pequeño comenzó a tener problemas de abuso de sustancias. Cuando consultamos a la psicoanalista el caso y ante la negativa de nuestro hijo de ir a tratamiento, se nos indicó que tomáramos sesiones de pareja. Al principio nos costó aceptar la indicación, porque imagínese… Sin embargo estábamos muy preocupados con el hijo, desesperados y haríamos todo lo necesario por él. Empezamos de esa forma a hablar con la psicoanalista. Tras un par de semanas resultaba casi necesario ir a las sesiones, en ellas hablábamos de muchas cosas de las que nunca nos habíamos atrevido a hablar.
Ramón era reacio a comenzar ese tipo de tratamiento, pero al final nos pusimos de acuerdo. Él quería llevar al niño a un centro, pero yo me negaba. Con el tiempo nos alegramos muchísimo de la decisión que tomamos.
Al principio todo giraba en torno al hijo menor, el mayor está estudiando fuera y da pocos problemas, pero el pequeño siempre exigió mucha atención y fue más problemático. Mi marido y yo muchas veces discutíamos por él, cómo regañarle, castigarle o no, dejarle salir o no. Al final en lugar de educarle, el hijo se aprovechaba y nosotros nos peleábamos. Durante las primeras sesiones hablábamos mucho del hijo, pero luego empezamos a hablar de nosotros, de cómo había cambiado nuestra vida con los hijos, de que empezamos a distanciarnos, de que hacía mucho tiempo que no nos sentíamos bien juntos pero habíamos permanecido juntos por ellos.
Cada vez que lo pienso me emociono. Nuestra relación durante 15 años fue puro teatro, todo cara a la galería, pero por la noche, solos en la cama, nos dábamos la espalda. Ahora estaba aflorando todo. Lloramos mucho en esas sesiones, pero nos vino muy bien. Pudimos hablar de muchas cosas, de que tal vez hubiera sido mejor separarnos.
Solucionamos el problema, tras bastante tiempo empezamos a tener ganas de hacer más cosas juntos, nuestra actitud era diferente y también nos apoyamos mucho mutuamente para ayudar a nuestro hijo. Le hablábamos más, en lugar de reprocharle sus conductas empezamos a interesarnos por su vida, por sus gustos. El chico empezó a ser más receptivo. A pesar de sus 16 años estaba muy falto de cariño y, también, de autoridad paterna. Le hicimos ver que le íbamos a apoyar en sus decisiones, pero que no todas serían igual de satisfactorias. Empezó a hablarnos de su interés por dejar el instituto y su deseo de formarse como mecánico, antes nos negábamos a ese tipo de ideas, ahora entendimos que había que prestar más atención a sus intereses y apoyarle.
Con los meses nuestro hijo dio un gran vuelco, le iba muy bien en el nuevo módulo de mecánica, cambió de amistades, pasaba más tiempo en casa y ya no volvía a casa malhumorado. Nosotros pasábamos más tiempo juntos y se respiraba otro aire en casa.
Al año y medio de terapia mi marido quiso dejar el tratamiento. No tomamos la decisión como un abandono, si no como un paso. Yo decidí continuar. El psicoanálisis me daba muchas energías y me había ayudado a volver a trabajar. Cosa que también influyó en que me sintiera mejor conmigo misma. Ahora somos capaces de comunicarnos mejor y desde que me psicoanalizo entiendo mejor a mi marido, antes le reprochaba muchas cosas, ahora intentamos apoyarnos.
A nosotros nos ayudó mucho, aunque al principio nos costó asumir que teníamos parte de responsabilidad en los problemas de nuestro hijo. Hoy en día somos una familia mucho más feliz. Lo recomendamos a las parejas amigas, muchas de ellas también tienen problemas y aún cuesta dar el paso de pedir ayuda.
Si desea consultar con un profesional puede hacerlo en el Departamento de Clínica de la Escuela Grupo Cero
En Málaga: Teléfono 952 39 21 65
En Madrid 91 758 19 40
No hay comentarios:
Publicar un comentario