Esta semana contactó conmigo una periodista del Diario Sur, los temas de pareja están de plena actualidad y se acerca el día de San Valentín. Por supuesto colaboré con el periódico, esta vez estaban interesados en las discusiones de pareja.
Hoy mismo ha salido publicado el artículo, obviamente un tema tan complejo no se puede abordar en una sola ocasión, pero sí ofrece un resumen de lo conversado en la semana.
Diario Sur, Málaga
«Todo son reproches, la terapia era nuestra última oportunidad»
La cultura del psicoanálisis se extiende en España. Para muchas relaciones, es la única solución a sus problemas
07.02.09 - R. SOTORRÍO| MÁLAGA
«Todo son reproches: yo le digo que me dedica poco tiempo, él me dice que ya no soy cariñosa... Pensé que la terapia era la última oportunidad». Como muchos, Carlos y Estela (prefieren mantener sus apellidos en el anonimato) decidieron recurrir al psicoanálisis como el último cartucho que quemar antes de la separación.
Tras cuatro meses de sesiones, siguen juntos y son capaces de reconocer sus defectos. «Me he dado cuenta de que le exijo ser un hombre perfecto, y eso no puede ser; yo tampoco soy la mujer perfecta», dice ella, de 32 años. «He entendido que tengo que dedicarle a mi familia un tiempo de calidad. Hemos vuelto a reírnos, a viajar...», añade él, de 35 años.
Hasta el desgaste
Es la situación más repetida: aguantar hasta que el desgaste de la relación ya es insoportable antes de pedir ayuda. «Nuestra relación durante quince años fue puro teatro, todo cara a la galería; pero por la noche, cuando estábamos solos en la cama, nos dábamos la espalda», rememora Teresa, de 41 años, que acudió a terapia con su pareja Miguel, de 42, durante un año y medio. Él lo ha dejado, pero ella continúa hoy en psicoanálisis. En su relación todo giraba en torno a su hijo menor, con problemas de abuso de sustancias. «Muchas veces discutíamos por él, por cómo regañarle, si castigarle o no... Al final, en lugar de educarle, mi hijo se aprovechaba de nosotros y nos peleábamos», recuerda Teresa.
Poco a poco, la cultura del psicoanálisis se va extendiendo en España, pero aún queda mucho camino que recorrer hasta llegar a la realidad de países como Argentina o EE. UU. «Allí el que no va al psicoanalista es un raro», apunta Helena Trujillo, profesional de la Escuela Grupo Cero. Parece que aún persiste el sentimiento de vergüenza. «Es difícil hablar de tus cosas con una persona extraña, tal vez hoy en día aún nos cuesta asumir que necesitamos ayuda», reconoce Manuel, de 36 años, que pasó por cinco meses de terapia. Las intromisiones familiares y el apego de su pareja a la madre eran sus principales focos de discusión.
Los expertos recomiendan dar el primer paso en el momento en el que la pareja no se sienta capaz de superar los problemas por sí misma. Incluso, aseguran, sería conveniente acudir a terapia antes de iniciar un proyecto de vida en común. «Si los vamos dejando pasar, después, con la llegada de los hijos, la rutina... se intensifican los conflictos y aumenta la sensación de insatisfacción», asegura Mari Carmen Ramajo, psicóloga de ISEP Clínic.
La conversación
La base sobre la que se sustenta la sesión es la conversación con el especialista, de forma individual o en pareja. En ellas, el terapeuta intenta descifrar las áreas de conflicto. En función de eso, se propondrán ejercicios prácticos y el aprendizaje de técnicas. «Es como una pared a la que uno habla y, a veces, le devuelve ciertas cosas, ciertas reflexiones en las que uno mismo no hubiera caído», afirma Trujillo. En un ambiente tranquilo, fuera del hogar (el epicentro y foco de las discusiones), los implicados comparten sus sentimientos. «En las sesiones hablábamos de muchas cosas de las que nunca nos habíamos atrevido. Ahora somos capaces de comunicarnos mejor», confirma Miguel.
No obstante, el éxito de la terapia no consiste en todos los casos en alcanzar la convivencia ideal o la reconciliación. La meta es ayudar a que ambos miembros empiecen a tomar decisiones sobre sus vidas y su futuro. «Muchas veces se pone en evidencia que la relación ha llegado al límite y optan por romper», añade Ramajo. Y es que, aunque lo diga el refranero español, los que se pelean... no siempre se desean.
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