El fin de las vacaciones supone la vuelta al trabajo,
pero también a la vida más rutinaria, a los problemas del día a día.
Se
empieza cediendo en las palabras y se acaba cediendo en los hechos.
Es
común pasar por alto las señales en forma de pensamientos, emociones, pequeños
síntomas cotidianos que nos indican que algo no va bien, que estamos
insatisfechos, que pasamos por alto deseos inconscientes, que somos algo
perversos porque conocemos la ley y nos la saltamos. Esa vida rutinaria donde
no tenemos en cuenta nuestros procesos inconscientes, a la larga tiene sus
consecuencias en nuestra salud y nuestro bienestar.
Si
dejamos pasar el tiempo sin hacer nada por nosotros, por nuestro bienestar, hacer
lo que nos conviene, lo que hay que hacer aunque no nos apetezca, entonces los
problemas están ahí, van creciendo, y cada vez nos parecen más difíciles.
Helena Trujillo, psicoanalista de Grupo Cero
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