miércoles, 21 de agosto de 2019

¿Cuál es el enemigo?

Ojo, que a veces se confunde al enemigo.



OJO

Es un error pensar que el inconsciente es un enemigo.Es como decir que el corazón es nuestro enemigo. Que el riñón es nuestro enemigo. Que la sociedad es nuestra enemiga.

El inconsciente es el eje de nuestro funcionamiento psíquico, tan fundamental para nuestra existencia como nuestros órganos vitales. Sin él no hay vida humana. Sin tenerlo en cuenta podemos equipararnos a un funcionamiento animal, pero nos perdemos las sutilezas de la complejidad de la mente humana que, como sabemos, después de Freud mente es psíquico, es decir, social.

Cualquier trastorno debe ser pensado como producto-efecto de nuestra relación con la realidad (relaciones con los demás, normas, educación, satisfacción de nuestras pulsiones, realización personal….). La neurosis se produce por la represión de los deseos inconscientes infantiles. Esos deseos son comunes en todas las personas, pero su represión produce neurosis y su transformación produce normalidad, socialización, inteligencia.

El inconsciente no es el enemigo. El enemigo es la tendencia a reprimir, a negar, a borrar lo que es propio de nuestra naturaleza humana. Conocer es transformar y transformarse. La salud es sustitución. Por eso las personas sanas no necesitan defenderse del inconsciente, sino que precisamente hacen de los deseos inconscientes otra cosa, lo que se llama SUBLIMAR. Se dan al mundo, por eso reciben del mundo. Buscan otras formas de satisfacción sanas y permitidas, en lugar de permanecer en formas de satisfacción insanas y rechazadas por el orden moral y social.
Nuestro mayor enemigo somos nosotros mismos.
Ser capaces de escuchar y aprender del que sabe más porque ha estudiado más, ha trabajado más, es sano, es humano. Cuando creemos estar en posesión de alguna verdad nos apartamos de todo lo científico, porque la ciencia está en permanente transformación, es un trabajo constante. La opinión no requiere ningún esfuerzo, es defendida a manos ciegas, pero no sirve para nada, lo único que evidencia es nuestra ceguera, nuestro rechazo, nuestra tendencia a reprimir lo diferente.


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