jueves, 29 de octubre de 2009

Pintura y poesía, qué más se puede pedir






LA PATRIA DEL POETA
XI
Añoro,
aquellos días donde escribir
era sentirse dueño de uno mismo.

Sentirse tranquilo y cotidiano, escribiendo,
mirando pasar, tranquilamente, los muertos.

Escribiendo dulcemente tus ojos,
manchas felinas,
entre la sangre seca y morada,
tu artero perfil entre las sombras.

Ritual efímero, tu voz,
surgiendo de lo más hondo.

Hilo de luz,
abanico inutilizado por la moda,
verano iridiscente, tu boca,
perfecto final.

Escribiendo,
como aquel juego árabe de la guerra,
o bien al atardecer,
una gota de sombra sobre la luz.
Tus caderas,
ritmo envenenado y loco,
movimiento fatal, entre mis simples,
gestos de amor al viento.


Miguel Óscar Menassa